venerdì, novembre 11, 2005

CUATRO MESES...

Habían pasado exactamente cuatro meses y ocho días... todo parecía "normal" en un día "x", en un lugar "x" y en una hora "z". De pronto, ese panorama cambió para transformarse en una grotesca escena teatral:

Las palabras surgieron como profecías. Sin embargo, los oídos se cerraron ante la razón. "¿Cuántas veces no había terminado en desastre?, ¿Qué haría que esa vez fuera distinto?"- recuerdo haber dicho.

Pero, así, sólo unos minutos después; sólo unos instantes después las advertencias quedaron de lado. Bastó un segundo para cambiar toda la historia. Toda "nuestra" historia.

El sueño se utilizó como el único remedio disponible ante tal evento. Parecía como si, por medio de ese estado de reposo, se pudiera revertir todo lo sucedido.

Miré muchas veces el reloj intentado retroceder el tiempo; deseando saltar ese día. La confusión reinó toda la tarde y aumentó durante la noche.

Sabía –porque lo sabía-, que actuabas en otro escenario. ¿Advertirían los otros personajes lo sucedido sólo unas horas atrás?, ¿Habría algo en ti que los hiciera sospechar?... No podría decirlo. Al suponer que no, una ráfaga de ideas

atacó la mente. En vano intenté modificar la escena. La secuencia iniciaba y proseguía sin control. Sólo las oraciones desesperadas resaltaban del resto de los vocablos emitidos.

Fue tarde. Es tarde. Pasan los días y no llega el sosiego. Más aún sé que no llegará y que tu presencia –inevitable- sólo contribuirá a hacer más estresante la espera. Sí, porque ahora todo se reduce a una horrible espera. A una incertidumbre que no cesará nunca.

Todo cambió. Eso es algo que no puede revertirse.

Tengo miedo. Y al reconocerlo, esta sensación incrementa de intensidad hasta convertirse en algo intolerable. ¡Qué inútil comentarlo!

sabato, gennaio 29, 2005

No me gusta sentirme así por tu culpa. No es la primera ocasión en que te comportas de esa forma estúpida y en consecuencia no es la primera ocasión en que me quedo aquí con esta sonrisa idiota que pretende explicarle a la mente que no vales la pena; ¡qué explicación tan inútil¡ la mente sabe mejor que otra cosa que no mereces ni un segundo de su atención... aún así el malestar permanece... La vista enfoca el teléfono para engañarme, para pretender escuchar una explicación que, obviamente, no puedes -ni quieres- dar.

No te doy el derecho de tratarme así ¿lo lees? ¿lo entiendes?

venerdì, gennaio 28, 2005

No sé cuándo leerás esto, pero, cuando lo leas sólo entérate que era viernes (¿o sábado?) por la noche; que mientras todos dormían me asomé a la ventana, que vi un foquito rojo centellando, muchas luces a lo lejos, un par de coches pasar, un gato correr por el callejón; que escuché ladridos de perros y una melodía a lo lejos; que aspiré un sutil olor a tierra mojada; que busqué en vano estrellas en el cielo y que al observar la noche a través de las cortinas... yo permanecía pensando en ti...