mercoledì, dicembre 20, 2023

No las he contado, pero sé que ya son muchas noches en las que lo busco de formas diversas y lo encuentro.
No crea que no también en mis alegrías.
Y hubo días y hubo noches en que sólo una palabra hacia girar al Universo.

mercoledì, giugno 22, 2016

De política y cosas peores

Desde el principio de los tiempos la política ha ocupado y entretenido al hombre. ¿Por qué concretar un pacto social puede ser tan complejo y difícil? Cuando echo un vistazo a la filosofía política caigo en la cuenta de que los gritos en la calle de ese fragmento desarticulado llamado "masa" son la clara muestra de aquello que los sabios han analizado durante siglos. ¿Cómo pretender entonces que la razón alcance para hallar soluciones a sus clamores?

martedì, luglio 10, 2012

Hoy, hoy, hoy...

Este día, esta hora, quiero librarme de ti. Del ti que no cambia ni cambiará. De ti, por cierto, que nunca pretendí cambiar. Creo en el pensamiento de Onfray. Tú sabes, el problema no sería problema si tan solo optaras por la honestidad. En fin, hoy abro la puerta de mi jaula y me siento en la mecedora a observar la vida pasar.

domenica, febbraio 12, 2012

"Abrázame"
Me gusta esa canción de Alejandro Fernánddez. Aunque me da frío. Quizá porque tiene algo de razón cuando dice: "Abrázame y no me digas nada. Me basta tu mirada para comprender que tú te vas. No quiero que te vayas, pero sé muy bien que tú te vas..."
Pero bueno, como nada es casualidad, esta noche su recuerdo regresó de forma nítida. Hasta pude platicar con usted.
Me encantó observarlo tan seguro. ¡Vaya! Andaba ocupado solucionando algo de la declaración y yo preocupada por el taxi.
Gracias por venir, siempre lo hace cuando más lo necesito. Nunca me ha fallado y creáme que lo valoro mucho. Ojalá regrese esta noche, me dará mucho gusto pedirle: ¡Abrázame!

mercoledì, gennaio 04, 2012

Hay una canción de Los Caligaris: "No te mereces una canción". Esta noche podría decirte: No te mereces un escrito. Sin embargo, esta tarde platiqué con alguien sobre el estrés y la necesidad de "desahogarse" de alguna forma. Entonces, recuerdo nítidamente haber sugerido: "escríbelo". Tons, pues siguiendo mis propios consejos, aquí voy.
No sé qué es lo que me provoca malestar: 1) no verte porque estás haciendo tu vida o 2)que ya no me importe que hagas tu vida.
Sinceramente, cada noche siento pesar de no regresar directamente a casa. El cansancio se acumula y las ganas de dormir son más que el hecho de viajar, hacer una escala, y continuar, hasta la madrugada, mi trayecto.
No obstante, cuando esa rutina no se cumple siento que me "falta algo", algo que ya tampoco me es fácil encontrar cuando estoy en tu piso.
¿Qué hacer ante ello?
No lo sé...
A veces me da por ser honesta y digo: "Ya, no más", pero luego... todo eso que cuidadosamente he fabricado se me revierte. ¿No acaso sería capaz de todo por ti?, ¿No te querría por siempre?...
El malestar persiste, pero estas pocas ganas de escribirlo me dejan muy en claro que cada vez será menos... hasta que desaparezca =D

venerdì, luglio 29, 2011

Una pastilla. Es eso lo que ahora necesito y seguro tomaré. Esas pastillas siempre me han servido de una u otra forma.
Quizá ahora es sólo que ya tengo sueño o tal vez fue que tuve un día algo inquieto, pero no. ¿A quién quiero engañar? Cuánto más tiempo pasa la inquietud se intensifica hasta provocarme un malestar indescriptible.
Debo aceptar que la asquerosa sensación es provocada por la incertidumbre y ... obvio, los celos.
Sé que andas en alguna fiesta. Perdido por ahí en los brazos de otras. Sonriendo y pasándola bien. En teoría eso no debería importarme, pero en la práctica me enoja. Y quisiera que el enojo fuera contra ti, pero no. Hasta eso. El enojo es contra mi. Debería, en realidad, no importarme, pero no puedo evitarlo.
Me enfada saber que tú estás ahí tan campante como si nada mientras yo doy vueltas y vueltas intentando trasnochar a salvo en el "internet".
Me choca no tener los calzones suficientes para mandar tu recuerdo al demonio y salir a divertirme con mis amigos.
Justo ahí ubico el malestar. No es contigo, es conmigo. Me urge cambiar de actitud. Respirar, relajarme y aprender a estar bien conmigo misma y soltarte... de una vez por todas.

giovedì, luglio 28, 2011

La muerte es lo único seguro que tenemos en la vida y como en sueños recuerdo mi infancia marcada por su presencia. Primero fue la muerte de una tía. Fuimos al pueblo de mi mamá a los funerales.
Las zonas rurales de Guerrero son fascinantes. Un frondoso árbol de tamarindo rodeado de una jardinera de cemento marcaba el centro de un poblado semiárido.
No sé cuantas casas había, pero adivino que no eran muchas. Eso sí, casi todas elaboradas con piedras, adobe, madera y láminas; el centro de cada una de ellas era, sin duda la cocina cuyo fogón de piedra se elevaba como un gran monumento al hogar.
El calor era intenso, pero más aún la tierra que se impregnaba en cada rincón. Fue ahí donde aprendí que el agua es un lujo del cual no todos pueden disfrutar.
El poco líquido que se obtenía era destinado al consumo, al de los animales y a los trastos.
Enmedio de los rezos nocturnos recuerdo haberme quedado dormida sobre un gran petate. Fue en él donde desperté esa mañana y desde donde vi con mis ojos niños aquel féretro de madera fuertemente custodiado por cirios de gran tamaño.
No, no había miedo, había ganas. Ganas de jugar, de correr por la cocina y llegar al patio; de salir hacia el tamarindo y juntar las decenas de corcholatas y colillas de cigarro las cuales almacenaba como si fuesen un tesoro.
Y también había hambre, hambre del café de olla y del pan dulce que llegaba hasta nosotros en un sombrerote de paja.
"El pueblo" ¿qué será del pueblo? Tantos años ya de distancia. A tantos años y a tantas muertes de distancia.
Sin duda es cuestión de hormonas.
Lo dicen en todos lados ¿no? Y aunque las feministas se paren de pestañas con la expresión, creo que tendrían que tener un poco de humildad para reconocer que sí, es cuestión de hormonas.
Llegué al mundo en un envase femenino. La experiencia me ha hecho notar que en cuanto más se acerca el periodo más atención y dulces requiero. Así, para conseguirlos suelo armar un buen berrinche, llorar un poco, desahogarme y, cumplido el capricho, la sonrisa vuelve a mi rostro.
No obstante, confieso que también la experiencia me hizo aprender que una buena dosis de sexo calma todos los malestares, evita el berrinche y provoca una gran sonrisa en mucho menos tiempo y con un efecto más prolongado.
En fin, la cuestión aquí es que hoy, justamente hoy, me he quedado sin nada de lo anterior lo cual no sólo ha provocado un desencanto mayúsculo sino aparte me ha generado una serie de cólicos que sólo me hacen pensar una y otra vez: ¿dónde demonios estás?
¿Ves? no es que te extrañe, sólo es cuestión de hormonas.