El silencio reinaba en aquella pequeña habitación suspendida en el piso cuatro del edificio sonrojado. Las cortinas danzaron el compás que marcaba el viento. El resplendor de la Luna acarició la desnudez de tu cuerpo mientras las estrellas centellaron haciendo realidad el sueño. Los cabellos oscuros se esparcieron en el piso frío que picaba la extremidad inferior del único expectador... la tranquilidad de tus ojos cerrados mostró una parte irrevelada de tu ser exhausto...
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